Realismo Capitalista y Videojuegos: Fallout y The Outer Worlds
Vivimos en un mundo donde el capitalismo no solo domina nuestra realidad tangible, sino que también parece invadir nuestros espacios de escapismo. No importa si estamos en un desierto radioactivo o en una colonia espacial en el borde del universo, el capitalismo sigue ahí, con su maquinaria implacable y sus reglas invisibles, como un telón de fondo que nunca se desvanece.
Fallout: El Capitalismo en Ruinas
Empecemos con Fallout. La premisa es sencilla: el mundo se fue a la mierda. Bombas nucleares, caos, el fin de la civilización tal como la conocemos. Y, sin embargo, en medio de ese caos, ¿qué es lo que sobrevive? Los vestigios de un sistema que nunca deja de estar presente: corporaciones que hacen propaganda incluso cuando no queda casi nadie a quien venderle; gobiernos que colapsan pero que aún mantienen su ideología de "orden" y "progreso".
El universo de Fallout plantea una pregunta inquietante: ¿qué tanto nos define el capitalismo que, incluso en un escenario de destrucción total, lo que persiste es una versión distorsionada de nuestro sistema? No se trata solo de la estética retro-futurista o del fetiche por los años 50. El capitalismo aquí es tan ubicuo que ni siquiera una bomba atómica puede acabar con él.
Es el epítome del realismo capitalista, ese concepto que Fisher describe como la incapacidad de imaginar un futuro alternativo. Hasta el fin del mundo parece una excusa para que las corporaciones sigan tirando de los hilos. En el juego, los habitantes del Yermo no son héroes ni visionarios; son supervivientes que han aprendido a vivir con la precariedad, algo que, tristemente, no suena tan diferente de nuestra realidad actual.
¿Y el héroe? Solo una pieza más en la maquinaria
Lo que me fascina de Fallout es que no eres un héroe en el sentido tradicional. Claro, puedes salvar gente, tomar decisiones importantes e influir en el destino de ciertos grupos, pero al final del día, eres solo otra pieza más en una maquinaria rota. ¿Cuántas veces tomas decisiones que parecen importar en el momento, pero al final todo sigue igual?
Incluso cuando decides enfrentarte al mal, ¿a qué mal te enfrentas? ¿A los saqueadores, a las criaturas mutadas, o a ese orden de cosas que parece impenetrable? Como jugador, sientes que eres importante, pero solo hasta cierto punto. El sistema sigue funcionando sin ti. Una lección bastante amarga, ¿no?
The Outer Worlds: El Sarcasmo Intergaláctico del Capitalismo
Ahora, pasemos a The Outer Worlds, que lleva esta crítica a un extremo casi cómico. En este juego, te enfrentas a un universo donde las corporaciones han colonizado todo, literalmente hasta los planetas. Todo está monetizado, desde la comida que consumes hasta los sueños que tienes. Pero lo más brillante de The Outer Worlds es cómo aborda el capitalismo con una sátira tan ácida que duele. Cada rincón del juego está lleno de sarcasmo sobre la explotación laboral, la propaganda, y la manera en que las grandes empresas manipulan la realidad.
Por ejemplo, hay anuncios publicitarios por todas partes, como si no pudieras escapar del marketing ni siquiera en los rincones más oscuros del espacio. La comida es producida por corporaciones que claramente no tienen en cuenta la salud de los consumidores, sino el margen de beneficio. Y las armas... bueno, también son patrocinadas, porque claro, ¿qué mejor manera de luchar por tu vida que con una pistola de marca?
Pero The Outer Worlds no se queda en lo superficial. Al igual que en Fallout, el juego te hace preguntas profundas sobre el papel que juegas en este sistema. Te da la opción de resistir, sí, pero también te muestra lo difícil que es luchar contra algo tan omnipresente. Es un recordatorio de que, incluso en un futuro hipotético, es difícil escapar de las garras del capitalismo.
¿Por qué el capitalismo es el villano perfecto?
Aquí es donde podemos detenernos un momento a reflexionar. ¿Por qué los desarrolladores de videojuegos parecen recurrir tanto al capitalismo como el villano principal en sus mundos distópicos? ¿Es solo porque es fácil de entender, o hay algo más profundo detrás de todo esto?
Una posible respuesta es que el capitalismo, en su forma más extrema, es un villano insidioso precisamente porque no se presenta como tal. En Fallout y The Outer Worlds, el capitalismo no es un monstruo de dos cabezas que hay que destruir. Es algo mucho más sutil y peligroso: un sistema que parece natural, inevitable, parte del orden del universo. Esto lo convierte en el antagonista perfecto porque es una fuerza que ni siquiera se reconoce como maligna hasta que es demasiado tarde.
En el caso de Fallout, la idea de que las corporaciones sobrevivan al apocalipsis es tan ridícula como plausible. En nuestro mundo real, vemos cómo las grandes empresas prosperan mientras las desigualdades se agrandan. ¿Por qué no iba a ser igual después de una guerra nuclear? El sarcasmo aquí es casi trágico.
En The Outer Worlds, la crítica es más directa, pero no menos efectiva. Las empresas controlan todo, incluso la vida y la muerte de los habitantes de las colonias. Todo tiene un precio, hasta el oxígeno. Pero lo más perturbador es que este futuro distópico no parece tan lejano si observamos cómo ya hoy en día algunas empresas controlan recursos básicos como el agua o la electricidad.
La Fantasía del Capitalismo Perfecto
Un punto fascinante que une ambos juegos es la fantasía de que, en el futuro, el capitalismo será "perfecto". En The Outer Worlds, el sistema funciona a la perfección... para las corporaciones, claro. Los trabajadores son explotados sin misericordia, pero la maquinaria sigue en marcha, inalterable. Fallout nos muestra cómo las ruinas de ese capitalismo siguen siendo veneradas como el único modo de vida posible. Ambos mundos son exageraciones, pero nos invitan a preguntarnos: ¿no estamos ya viviendo en una versión diluida de estos futuros distópicos?
Los videojuegos, como cualquier otra forma de arte, tienen el poder de reflejar nuestras ansiedades y preocupaciones contemporáneas. Fallout y The Outer Worlds no solo nos entretienen; también nos hacen pensar. Nos recuerdan que, incluso en las fantasías más salvajes, el capitalismo sigue siendo una constante. Tal vez la verdadera distopía no sea el apocalipsis nuclear o la colonización espacial, sino nuestra incapacidad para imaginar un futuro libre del capitalismo.
_______________________
Comentarios
Publicar un comentario