La praxis de informar

Hace tiempo que vengo leyendo, viendo y escuchando material sobre lo importante que es la información para poder generar poder político en una coyuntura tan compleja como es el mundo de hoy en día.

Últimamente estoy muy interesado en el conflicto sirio (como cualquier hijo de vecino un poco politizado) y la importancia que ha tenido para este la comunicación de medios disidentes, oficiales y sectarios de cada región. Desde la buena producción y propaganda del Daesh, los documentales de las mujeres de las YPJ y el canal de YouTube de las YPG presentando a sus brigadistas internacionales, así como a los valientes "Raqqa Is Being Slaughtered Silently" (RBSS).

Quiero que se me entienda, no soy un experto en el campo, soy un simple aficionado al material audiovisual de todo tipo, por eso me quiero aventurar a dar mi humilde opinión sobre el tema.

Creo que, en un primer momento, vale la pena fijarse en cómo este medio puede ser capaz de crear las condiciones para inclinar la correlación de fuerzas en la balanza de un conflicto tan complejo como es la guerra civil siria.

Si ponemos como ejemplo al grupo RBSS, nos daremos cuenta de cómo un pequeño colectivo de periodistas ciudadanos fue capaz de desafiar el monopolio informativo del Estado Islámico en su apogeo. Mientras el Daesh produjía propaganda espectacular, con videos que parecían casi trailers de Hollywood, RBSS apostaba por un relato crudo y directo de la realidad cotidiana en Raqqa, mostrando la brutalidad del régimen y las condiciones de vida de la población. Su trabajo no solo fue un acto de valentía, sino también una estrategia política: desmitificar el discurso oficial del califato y ofrecerle al mundo una ventana al horror que se vivía bajo su dominio.

Ahora, pensemos en el concepto de "hegemonía" que planteaba Gramsci. Este no se trata solo del control material, sino también del control sobre la percepción y las ideas. RBSS y otros medios disidentes lograron desafiar esa hegemonía simbólica al arrebatarle al Daesh el monopolio del relato. En cierto modo, inclinaron la correlación de fuerzas al poner en tela de juicio la narrativa oficial y abrir espacios para que la verdad fluyera, aunque fuera en condiciones adversas.

Por otro lado, también está el caso de las YPJ y las YPG, que usaron las redes sociales y los medios digitales para construir una narrativa alternativa que los presentara como algo más que simples combatientes. Estos grupos entendieron que, en la era de la información, la guerra también se libra en el terreno de la percepción. Sus documentales y videos en plataformas como YouTube mostraban a mujeres empoderadas y decididas, luchando por la liberación no solo de sus tierras, sino también de las estructuras patriarcales que las oprimen. Estas imágenes no solo servían para inspirar solidaridad internacional, sino también para atraer apoyo logístico y político desde el exterior.

Esto nos lleva a reflexionar sobre el papel del periodismo, no solo como un medio para informar, sino como una herramienta de resistencia. En contextos de guerra y represión, la información se convierte en un campo de batalla más, donde cada narración puede cambiar la manera en que se entiende y se actúa frente a un conflicto. Por eso, el periodismo independiente y ciudadano, a pesar de sus limitaciones y riesgos, se vuelve un actor clave.

Y aquí está lo interesante: cuando hablamos de resistencia informativa, también estamos hablando de creatividad, de cómo los pueblos oprimidos encuentran formas de usar las herramientas disponibles para amplificar sus voces. En cierto modo, es una versión moderna de la "guerra de posiciones" que describía Gramsci: no basta con luchar en el frente físico, también hay que ganar terreno en el frente cultural y simbólico. Cada video, cada testimonio, cada imagen que logra romper el cerco mediático es una victoria simbólica que puede tener repercusiones reales.

Sin embargo, también es necesario reconocer las tensiones y contradicciones que surgen en este tipo de iniciativas. El acceso a la información y su distribución está mediado por las plataformas digitales, que tienen sus propios intereses y limitaciones. Un video de RBSS puede ser censurado por violar las políticas de contenido de una red social, mientras que los algoritmos de esas mismas plataformas pueden amplificar la propaganda del Daesh o invisibilizar las voces de las YPJ. Esta dinámica nos recuerda que la lucha por el control de la narrativa no se da en un terreno neutral, sino en un espacio profundamente condicionado por intereses económicos y políticos globales.

Entonces, volvemos a Gramsci: la hegemonía no se sostiene solo con coerción, sino también con consenso. Y ese consenso se construye, entre otras cosas, a través del control de la información. Por eso, el periodismo independiente y la comunicación disidente no son meros actos de denuncia, sino estrategias de lucha por el poder simbólico. Son una manera de disputar el sentido común, de desafiar las "verdades" establecidas y de abrir grietas en el relato dominante.

En definitiva, la comunicación y el periodismo en el contexto del conflicto sirio nos muestran cómo la información puede ser una herramienta para resistir y transformar realidades. Pero también nos invitan a pensar críticamente sobre los desafíos que enfrenta esa resistencia en un mundo donde la verdad está constantemente bajo ataque. En un entorno así, el papel de los medios independientes y disidentes es más crucial que nunca: no solo para documentar la historia, sino para construir las condiciones de un futuro más justo. Porque, al final, resistir también es una forma de imaginar que otro mundo es posible.

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