El Smartphone como Símbolo del Realismo Capitalista y Herramienta de Resistencia
En estos tiempos, como decía Mark Fisher, el smartphone no es solo un invento más o una mejora tecnológica cualquiera; es, en realidad, un espejo que refleja el sistema en el que vivimos: el capitalismo tardío. Fisher argumentaba que el capitalismo no solo controla la economía, sino que ha llegado a meterse incluso en nuestra manera de imaginar otras formas de vivir. Visto así, el smartphone no es solo una herramienta, es casi como la evidencia física de cómo el sistema influye y limita nuestras percepciones de la realidad.
![]() |
Fig.1 Lyra and the robots By MorkaiArt |
Lo que parece un dispositivo que simplemente nos conecta con el mundo, es en realidad una especie de trampa. El smartphone nos envuelve en una red continua de vigilancia y autoexplotación. Su presencia en nuestras vidas no es casual, está diseñada para mantenernos dentro de la lógica del capitalismo. Nos hemos acostumbrado tanto a su uso que ya ni siquiera nos imaginamos un día sin él, igual que nos cuesta pensar en una sociedad que no esté regida por el capitalismo. Los dos están tan ligados que ahora es difícil pensar en uno sin el otro: la tecnología no solo facilita el consumo, sino que también nos obliga a estar siempre "productivos" y bajo constante observación.
El hecho de tener acceso a la información de manera tan instantánea a través del smartphone no necesariamente nos libera o nos da conocimiento real. Dentro de esta lógica capitalista, esa cantidad abrumadora de información se vuelve ruido, una distracción que nos da una falsa sensación de que estamos participando activamente en el mundo. Creemos que estamos formando parte de la globalización, pero en realidad somos solo espectadores, consumidores pasivos de una realidad que está diseñada para mantener todo como está. El smartphone, por tanto, no solo facilita el control, sino que canaliza nuestros deseos y necesidades hacia el consumo, hacia el beneficio del capital.
En lugar de crear una conciencia global, el smartphone nos aísla cada vez más. Cada persona queda atrapada en su propio pequeño mundo de contenidos, donde los algoritmos solo nos muestran lo que ya creemos, reforzando nuestros prejuicios y manteniéndonos en el ciclo del consumo. Así, este aparato se convierte en un pilar del capitalismo, porque refuerza la idea de que no hay otra alternativa al sistema en el que vivimos, y cualquier intento de escapar queda atrapado dentro de las mismas estructuras que el propio smartphone ayuda a sostener.
Lo curioso es que las distopías que imaginábamos en el siglo XX nos mostraban sociedades controladas por gobiernos que espiaban a través de cámaras y micrófonos. Lo que nunca vimos venir es que, en este capitalismo tardío, seríamos nosotros mismos quienes cargaríamos con esos dispositivos de vigilancia. El smartphone es, en ese sentido, mucho más efectivo que cualquier sistema de vigilancia explícita, porque no solo nos controla, sino que nos hace participar activamente en nuestra propia vigilancia, haciéndonos creer que todo está bien, que es nuestra elección, que somos libres.
Las grandes empresas tecnológicas, a las que Fisher habría señalado como piezas clave de esta maquinaria capitalista, no son solo proveedores de servicios. Son mucho más que eso: son actores que extraen valor no solo de nuestro trabajo, sino también de nuestras interacciones, nuestras emociones y pensamientos diarios. El smartphone es el dispositivo perfecto para canalizar esta extracción constante de valor, convirtiendo cada acción que realizamos en línea en una transacción que termina beneficiando a estas grandes corporaciones.
Pero, aunque parece que este dispositivo está diseñado solo para servir al capitalismo, eso no significa que esté condenado a ser siempre una extensión del sistema. Dentro de esa misma estructura, aún existen posibilidades de subvertir su uso y utilizarlo para abrir nuevas vías de acción colectiva. Aunque el capitalismo parece haber colonizado nuestra capacidad de imaginar alternativas, el smartphone también podría convertirse en una herramienta de resistencia, siempre y cuando entendamos sus limitaciones y sus posibilidades.
El primer paso para usar el smartphone de manera positiva es reconocer que no se trata simplemente de un aparato para el consumo pasivo. Puede ser una herramienta poderosa para la autoorganización, la educación y la movilización social. Hoy en día, es cierto que el smartphone es una pieza clave en la perpetuación del control social, pero también permite la creación de redes y comunidades que, aunque sea de forma parcial, escapan a la lógica capitalista dominante.
Por ejemplo, podemos utilizar el smartphone para acceder a fuentes de información alternativas y participar en la creación de redes de comunicación descentralizadas. Proyectos como Fediverse o redes sociales alternativas nos permiten conectarnos de manera horizontal, sin depender de las grandes plataformas tecnológicas. Estas redes fomentan una mayor autonomía, donde los usuarios tienen más control sobre sus propios datos.
Además, el smartphone puede ser un canal para la educación y la concientización que cuestione la hegemonía capitalista. Aplicaciones como Signal, que ofrecen comunicación cifrada y segura, no solo protegen nuestra privacidad, sino que también permiten organizar movimientos sociales y compartir información crítica, minimizando el riesgo de ser vigilados. Plataformas educativas gratuitas y de código abierto, disponibles para dispositivos móviles, también pueden facilitar el acceso al conocimiento, fuera de la lógica comercial de las instituciones académicas tradicionales.
Incluso más allá de lo funcional, el smartphone puede ayudarnos a tomar conciencia crítica. Aunque las grandes plataformas controlan la mayoría de los contenidos, sigue siendo posible acceder a medios independientes, bibliotecas de acceso libre y material educativo que cuestiona las narrativas dominantes. Si utilizamos conscientemente el smartphone, podemos abrir espacios para reflexionar y debatir, activando nuestra capacidad para imaginar alternativas fuera del marco de lo que hoy consideramos posible.
Con un uso crítico y consciente, el smartphone puede transformarse en una herramienta para la resistencia y el cambio social. Proyectos como GrapheneOS, que ofrece una opción más segura y de código abierto, nos muestran una alternativa donde los usuarios pueden acceder a la tecnología sin comprometer su privacidad ni ceder al control de las grandes corporaciones. Si más personas adoptaran estas opciones, se fomentaría una comunidad de usuarios más crítica y consciente de las dinámicas de explotación y control.
El reto está en cambiar la forma en que percibimos esta tecnología. En lugar de verla como una extensión del capitalismo, debemos entenderla como un terreno donde podemos disputar el control de la información y la comunicación. Si logramos reapropiar el smartphone para autoorganizarnos, acceder a información crítica y construir redes comunitarias independientes, podríamos empezar a usar esta misma tecnología para romper, al menos en parte, con la realidad que el realismo capitalista ha construido.
Fuentes:
https://406.neocities.org/a/smartphone_y_militancia
https://comunizar.com.ar/wp-content/uploads/Fisher-Mark-Realismo-Capitalista.pdf
Comentarios
Publicar un comentario